lunes, 15 de septiembre de 2014

(¡quizá millones!)

Había una vez... digo, ¡muchas veces! Había cientos de miles de personas (¡quizá millones!) que estaban hartos de las promesas incumplidas. Estaban hartos de esos actores que salen en televisión, se pelean un rato y luego van a casa a descansar. Estaban hartos de ser manipulados y no hacer nada, y por eso, aquella vez sí que hicieron algo.
Y es normal, llegó el momento en que esas personas se dieron cuenta de que estaban siendo insultadas públicamente. Y no se quedaron de brazos cruzados, ¡oh! ya lo creo que no. Otras veces sí que habían pasado del tema, se habían quedado en casa y habían esperado. Esta vez no.
Fue algo que se quedará en "la historia de la Historia" para siempre. Cientos de miles de personas (¡quizá millones!) se levantaron contra los que llevaban los hilos, hablando su idioma. Hartos de tanta mentira, ellos hicieron una promesa que sí pensaban cumplir. ¡Claro que la iban a cumplir!
Salieron a la calle con pancartas, por un mundo mejor. Había alegría, pero era una alegría distinta. No porque la situación fuera buena, sino porque podía mejorar. Se oían gritos de alegría, gritos de esperanza y, ¡¿quién lo iba a decir?! los actores que llevaban el país los escucharon. Evidentemente, lo que estos actores oyeron no les gustó. No les gustó porque, quizás por primera vez en mucho tiempo, tenían que responder. Algo tenían que hacer ante el grito que oían y las pancartas que veían. Cientos de miles de personas (¡quizá millones!) pensaban, decían y gritaban al unísono:

¡Si no se deroga la ley, que no cuenten con mi voto!


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